El tracto biliar incluye todas las partes del sistema digestivo involucradas en la creación, transporte y secreción de bilis. Esto incluye el hÃgado, donde se produce la bilis; la vesÃcula biliar, donde se almacena la bilis entre comidas; y los conductos biliares, a través de los cuales la bilis pasa en su camino al intestino delgado, donde finalmente actúa descomponiendo las grasas y neutralizando los ácidos del estómago. Cualquier anormalidad en ese sistema que esté presente desde el nacimiento se considera una anomalÃa congénita del tracto biliar.
Estas anomalÃas se dividen en dos categorÃas principales: quÃsticas y no quÃsticas. Las anomalÃas congénitas quÃsticas consisten en quistes, estructuras en forma de saco llenas de pus u otros fluidos que pueden aparecer en el sistema biliar, y que bloquean o impiden de alguna manera el correcto funcionamiento de diferentes partes del mismo. Un ejemplo de anomalÃa quÃstica es un quiste de colédoco, que es un quiste en el conducto biliar.
Las anomalÃas congénitas no quÃsticas, por otro lado, son anomalÃas de las estructuras biliares. Los conductos biliares aberrantes, conductos que presentan malformaciones, son un ejemplo de anomalÃa congénita no quÃstica. Otra anomalÃa se denomina unión pancreatobiliar anómala, en la que el conducto pancreático y el conducto biliar se unen entre sà a mayor distancia de lo habitual desde donde desembocan en el duodeno y, por lo tanto, no pueden ser controlados por un músculo de la pared del duodeno llamado esfÃnter de Oddi, que normalmente regula el flujo de los jugos digestivos desde la vesÃcula biliar y el páncreas hacia el intestino delgado.
La mayorÃa de los defectos congénitos del hÃgado también se producen en los conductos biliares. Entre ellos se encuentra la atresia biliar, en la que los conductos biliares se bloquean, obstruyendo el flujo de la bilis; una acumulación de bilis puede causar esclerosis en el hÃgado.
Los médicos pueden ordenar análisis de sangre, orina y heces en busca de pruebas de malformaciones estructurales que bloqueen o inhiban el flujo de la bilis, o para controlar los niveles de enzimas que pueden indicar un mal funcionamiento del hÃgado o una inflamación. La colangiopancreatografÃa retrógrada endoscópica (CPRE) puede utilizarse para insertar un tinte en los conductos biliares con el fin de mejorar la claridad de las radiografÃas y resaltar las anomalÃas en el tracto biliar. También se pueden utilizar tomografÃas computarizadas (TC), ecografÃas y resonancias magnéticas para ayudar en el diagnóstico. A veces es necesario realizar una biopsia del hÃgado, la cual se puede obtener mediante una aspiración con aguja fina guiada por ecografÃa endoscópica (EUS-FNA).
El tratamiento de las anomalÃas biliares congénitas puede incluir procedimientos endoscópicos que reconstruyen o sortean los conductos biliares defectuosos u otros componentes biliares. A veces, es necesario recurrir a la cirugÃa tradicional. En muy pocos casos, puede ser necesario un trasplante de hÃgado.
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